Transformaciones en la materialidad de la distribución informativa

En diciembre pasado, El Informador anunció dos noticias. La primera fue que tomarían unos días de vacaciones en la edición impresa. La segunda fue que se mudarían a nueva redacción. Ambas noticias dicen mucho de la transformación en cómo se producen los periódicos y, en general, la información periodística en la actualidad.

 

Por lo general, el modelo de producción de un periódico fue el de 24/7. Esto implicó que había ciclos de producción que duraban 24 horas, que se repetían durante los siete días de la semana y, en muchos casos, a lo largo de los 365 días del año. Cada 24 horas comenzaba un ciclo de producción que incluía la planeación del diario, la recolección de la información, la hechura textual y gráfica de las piezas, la edición y ensamblaje de esa información, la impresión en papel y la distribución de esa pieza material a lo largo y ancho de pueblos, ciudades, países, e incluso, regiones del mundo. Después, el proceso se repetía una y otra vez. Las prensas no paran, se decía.

 

El anuncio que hizo El Informador muestra cómo el valor de ese modelo de producción ha dejado de tener la importancia que tuvo durante décadas anteriores. Dejar de salir a la calle un día, o semanas, implicaba dejar de pautar publicidad y dejar de ganar dinero por la venta del impreso. La maquinaria periodística de producción y distribución paraba por completo y eso se traducía en pérdidas económicas. Por otro lado, si las prensas paraban, se cortaba de tajo una de las mayores fuentes de producción periodística.

 

Ahora, en el momento en el que vivimos, la producción ya no es 24/7, sino de minuto a minuto. Ya no hay una hora de apertura de procesos informativos y otro de cierre. Ahora el modelo se describe a partir de valores como la inmediatez y la instantaneidad. Medios informativos, tradicionales y digitales, como es el caso de la edición digital de El Informador, no paran y están constantemente publicando información en sus portales y redes. En este contexto, para un impreso su circulación diaria ya no es de vida o muerte. Incluso, algunos impresos, como El Occidental, se han decantado por imprimir solo una vez por semana y el resto de los días trabajar en su versión digital.

 

El cambio de sede de El Informador también es relevante para entender las transformaciones en la economía política de la prensa. Durante décadas, El Informador se produjo y distribuyó desde sus emblemáticas instalaciones ubicadas muy cerca del Congreso del estado y de la mítica cantina La Fuente. La ubicación era conveniente para el periódico, pues estaba en el centro de la ciudad, cerca de las instituciones políticas relevantes, pero, especialmente, porque esa área de la ciudad se convirtió en el centro neurálgico para la distribución de la mayoría de los periódicos impresos de Guadalajara.

 

Según un estudio resguardado en el archivo del periódico Siglo 21, y al cual tuve acceso para mi tesis de maestría, “en 1989, los tres centros de distribución identificados como puntos de colocación para la distribución a voceadores y kiosqueros existentes son los siguientes: Centro Independencia: Localizado en la Calle Independencia, afuera de las instalaciones del periódico El Informador, entre las calles Pino Suárez y Belén. Centro Molina: Localizado en la calle Molina, afuera de las instalaciones del periódico El Occidental, entre las calles Héroes y Prisciliano Sánchez. Centro La Unión: Localizado en las instalaciones de la Unión de Voceadores de Prensa del Estado de Jalisco, ubicado en la Calle Medrano 81, a una cuadra de la Calzada Independencia. En ese entonces desde ahí se dotaban a 95 voceadores de crucero y a 347 puestos de periódicos en la ZMG.”

 

Esto quiere decir que durante décadas, El Informador y El Occidental desarrollaron un modelo de distribución localizado en el centro de la ciudad, el cual controlaban y el cual, al mismo tiempo, daba servicio al resto de los impresos. Los voceadores pusieron sus oficinas en este polígono y a partir de ahí, los periódicos eran distribuidos en la ciudad en varias regiones del estado. Eran tiempos en los cuales, literalmente, la información se distribuía a través de un material físico, un papel impreso, a decenas de miles de personas.

 

En los tiempos que corren, esa distribución de materiales impresos se puede hacer en segundos y puede llegar a millones de personas de todas partes del mundo. El error, me parece, es pensar que la distribución se desmaterializó y que se eliminaron intermediarios entre quien produce la información y quien la consume. La materialidad de esta distribución ahora está en los servidores que mantienen vivo a la internet. Y los intermediarios, en lugar de ser los voceadores, ahora son las empresas Alphabet, Meta, entre otras, oligopolios que ahora controlan esa y otras distribuciones.

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