Una elección imposible: democracia, conocimiento y la elección judicial

Por Juan Larrosa, 13 de mayo de 2025

Muchos de los ideales que sostienen nuestras democracias contemporáneas provienen de las culturas clásicas. En particular, la noción de la ciudad ideal propuesta por Platón: una comunidad de 5,040 personas donde los ciudadanos pudieran conocerse entre sí, participar en el gobierno y compartir el trabajo de manera equitativa. A partir de ese ideal, el académico James Carey propuso concepto que llamó el modelo geográfico de democracia, y que, traducido a un modelo de comunicación política, le llamó foot and tongue, es decir, un modelo basado en los pies, que permiten la locomoción, y la lengua, que permite hablar.

En esta ciudad ideal, cualquier persona que quisiera competir por el poder podía, literalmente, recorrer la ciudad, conversar con sus habitantes, compartir sus razones para gobernar y debatir los asuntos públicos cara a cara. Esa democracia ideal era, en esencia, una democracia del encuentro.

El modelo de Platón es inviable en las sociedades contemporáneas. Nuestras ciudades y países son grandes y complejos. Las campañas políticas mueven a los candidatos por bastos territorios en lo que se conoce como las estrategias de tierra. La radio y la televisión son utilizadas para transmitir la voz e imagen de los candidatos a millones de personas. Las plataformas digitales han permitido eso más una mayor interacción. A pesar de esas mediaciones, el principio democrático sigue siendo el mismo: que las personas puedan conocer a quienes aspiran al poder, entender sus motivos y propuestas, y emitir un voto razonado.

En el caso de la elección judicial, sin embargo, ese principio se diluye. Por múltiples razones, estructurales, de diseño institucional y de producción de conocimiento, algunas de las cuales expliqué en un artículo anterior, los candidatos y candidatas difícilmente pueden acercarse a la población. Lo más preocupante es que un ciudadano promedio no tiene posibilidad real de conocer a todos los que competirán por cargos en el Poder Judicial.

En una elección presidencial, un ciudadano común puede dedicar algunas horas a conocer las biografías y propuestas de los contendientes y hacerse una idea del candidato. Pero en la elección judicial, la tarea es prácticamente imposible. Muchos candidatos ni siquiera cuentan con información pública visible, y el número de aspirantes es tan amplio que ningún ciudadano puede estudiar toda esta realidad por su propia cuenta.

Desde esta perspectiva, me declaro pesimista: estamos ante una elección imposible. Una elección que exige a la ciudadanía un conocimiento que, en la práctica, no puede obtener. Y si no podemos informarnos, tampoco podemos decidir con libertad y conciencia.

Por ello, este proceso deberá ser profundamente repensado una vez concluida la elección. Necesitamos rediseñar radicalmente la forma en que se organiza este nuevo procedimiento público en México, si es que aspiramos a sostener una democracia con sentido.

 

Este texto fue leído originalmente en el noticiario de NTR Radio transmitido el 26 de mayo de 2025 y conducido por el periodista Sergio René de Dios Corona.

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